El término olajadashada se lo pedí prestado a mi amigo David , pues me pareció muy creativo. Esta vez le doy el crédito, pues alguna vez escuché, que la primera vez que uno utiliza una frase de otro, menciona su procedencia, la segunda vez, menciona la frase, pero ya no recuerda de quién es y la tercera vez la frase es mía. Así que gracias querido David por prestármela la primera vez
Vamos primero que todo a definir el significado de la palabra (milá) olá jadashada, porque no aparece en ningún diccionario. Es una derivación que viene de la palabra olá jadashá que significa inmigrante nueva para femenino u mujer que llaman (nekevá). Así que una olajadashada para una mujer son las aventuras gratas y no gratas que le suceden a una mujer que llega a vivir a Israel. Si es un hombre, eso no me lo dijo David, sino que la lógica del zajar (masculino) me lleva a deducir que se diría olejadahada. Para los dos géneros son las aventuras que les suceden a los recién llegados.
Me han pasado tantas que puedo publicar un libro (sefer) para que los próximos olim jadashim (inmigrantes nuevos) que lleguen sepan cómo reaccionar cuando les pasen porque les van a pasar. Por eso tantos olim que llegaron hace mucho se identifican con mis crómicas, porque algún día les pasó, antes de conocer las reglas y de aprender el idioma.
A la tierra que fueres haz lo que vieres, dice el dicho y así es. Adonde uno llega hay que adaptarse a las costumbres y a la cultura de ese nuevo destino.
Estrenar es muy emocionante, pero hay que ajustarse a los cambios. Cuando se estrenan zapatos (naalaim) es emocionante pisar nuevas huellas, recorrer caminos, pero pueden apretar un poco
(kzat) al comienzo mientras se domestican como domesticaba el principito a su rosa. Los zapatos viejos son lo máximo en comodidad, como lo decía el poeta cartagenero, Luis Carlos López y aparece en una glorieta como un monumento. Cuando entras por primera vez (paam rishoná) a una universidad, hay hasta un término para designar a ese alumno nuevo que llega por primera vez a las aulas. Le dicen primíparo. En Estados Unidos, es famoso el término freshman y a los pobres novatos les hacen todo tipo de travesuras dizque de bienvenida. La misma sensación se vive cuando se llega a un nuevo (jadash) trabajo donde no se conocen las reglas, ni las costumbres del lugar (makom).
Cuando se cambia de país, es un nuevo comienzo, un renacer. Aprender otro idioma, otra cultura (tarbut), otras costumbres. Toca, como se dice lanzarse al agua y aprender. La diferencia con Israel es que nos abre sus puertas y la bienvenida es más cordial que en otras partes. Seguramente son conscientes del
idioma tan difícil y por eso tratan de suavizar el asunto. Al olé le dan dinero (kesef) apenas llega, le dan un pasaporte provisional y al año el definitivo. Con 1 año de vivir aquí, ya se le considera un ciudadano israelí con deberes y derechos. Tiene 10 años de no pagar impuestos y una serie de prebendas que ayudan a que la llegada sea más fácil.
Aquí te ayudan, te enseñan, te muestran como es el camino
El precio que se paga, como en cualquier nuevo lugar, son las olajadashadas, que todos hemos vivido.
Es no entender el idioma, perderse en las rutas, a pesar del Waze, decir unas palabras por otras y peor aun no poder expresarse y tener que sonreír para dar una aprobación. Es subirse al bus y no saber preguntar para donde voy. Ir al supermercado y no saber qué contestar cuando te preguntan en la caja si quieres moadon y tú piensas que te están preguntando si quieres una bolsa (sakit) o si quieres pagar con tarjeta. Cuando te equivocas para saber cuál es la entrada (knisá) y cuál es la salida (ietzía). Todo es confusión, guardando la esperanza de que algún día, como hoy, puedas entender algo de lo que te dicen en esos términos que juntan más de 3 consonantes en una palabra y que no falte el sonido gutural de la egggge (léase erre) . Comprar unas cosas por otras por ser semianalfabetas y comer en un restaurante (misadá) lo que el mesero quiera traerte por no saber bien cómo pedir lo que quieres degustar. Igual, lo tienes que pagar como si te lo hubieras saboreado a tu gusto. Como venía de una ciudad sin estaciones, pero de clima fría, había que aperarse de ropa de verano y aprendimos a comprar por señas. Todas esas son olajadashadas y dirán ustedes por qué lo escribí en femenino, pues porque soy mujer y además David me enseñó así la palabra. Así que queridos olim que van llegando día a día, bienvenidos y disfruten el camino. Después recordarán estas aventuras agridulces con una sonrisa por sentirse tan novatos. Y los que ya las vivieron estarán de acuerdo conmigo en que es parte del proceso de adaptación.

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