Por tercera vez me vi la película Golda. Ha sido, como la de Barbie, muy criticada. A algunos les gusta,
otros opinan que es malísima. No soy cineasta, sólo una simple aficionada, pero cuando uno paga una
boleta para entrar al teatro adquiere el derecho a la crítica
y por una módica suma extra, a
comer crispetas (palomitas de maíz en los demás países latinos). Esta vez no pagué
boleta, pues era un foro y al ser afiliada a la Olei Modiin, tengo el derecho de asistir y opinar, pues el pago de
la anualidad, me da derecho a asistir a todos los eventos.
A mí la película me encantó.
Cuando el orador del foro preguntó la puntuación para ver en cuánto la evaluábamos,
dije 9, porque mi
papá (Qpd) me enseñó que nunca se debe decir 10 para dejar sembrada
una pequeña duda. Me la vi por tercera vez, pues quería entender todo. La primera vez la vi en
hebreo con letreros en inglés, así que me perdí mucho del contenido. La segunda vez la vi en
inglés sin subtítulos y aclaré algunas dudas, pero me quedaban faltando otras, que las pude
aclarar al ver la totalidad de la película (seret) subtitulada en español, mi lengua natal. Eso
ayuda a entender mejor la estrategia militar y las fallas que hubo en la guerra de Kipur.
La
caracterización del personaje me encantó. Una Golda ruda, burda en su vestir, a la que poco le
importaba el último grito de la moda, con sus clásicos zapatos, tan de ella y su cartera que
agarraba fuerte con sus manos, como si se tratara de la paz que tanto añoraba para su pueblo. Esa misma
Golda aparentemente tan fuerte que tomó las riendas de Israel, como una primera ministra con brazo de
hierro, lloraba a escondidas. Derramaba lágrimas de dolor y de angustia por no poder resolver
el
problema de la paz para su país. Detrás de esa mujer fuerte, se escondía una dama,
una mujer sensible y luchadora que dio lo mejor de su vida por la causa, aunque tuvo sus errores. Sintió
impotencia. En la película ella expresa que no es militar, sino política y por eso se apoya en las
tácticas de los militares, tratando de resolver las cosas de la mejor manera posible. La diferencia entre
Golda, Ben Gurión, Itzjak Rabin y otros soñadores que fueron primeros ministros de Israel, es que
más que políticos eran estadistas. Les dolía el país en su piel. Los políticos
modernos buscan honores y figurar. El ego es más grande que ellos y la ambición de poder los lleva a
actuar de manera equivocada.
Esta película es más que la vida de la primera ministra, el
momento de su derrota, tanto física por su enfermedad, como por su estrategia para resolver ese momento tan
difícil que atravesaba el Estado de Israel.
Golda tuvo un punto a favor y es que tuvo la humildad de
reconocer que se equivocó. Y no fue sólo ella, fue todo su equipo, pero ella tuvo la humildad de
cargar esa culpa sobre sus hombros.
La película narra ese momento de la historia en que un Moshe
Dayan fuerte en la guerra de los 6 días, se debilita ante la derrota de su ejército y la toma por
sorpresa de su enemigo en el día más sagrado de la religión judía.
Se repite la
historia. De los errores del pasado se debe aprender, para no volver a cometerlos, pero parece que-tal vez por la
ambición de poder-sólo terminan sirviendo de referencia y no de ejemplo.
No sabemos bien si se
equivoca la historia o los historiadores que la narran. De todas maneras, en mi humilde opinión, pienso que
la película está muy bien hecha y lo que trata de mostrar es ese error garrafal que tuvo el gobierno
en ese momento de la historia de este país, que ha sido más de guerras, que de paz. Un país
donde se cruzan las
lágrimas con las sonrisas, donde nace vida después de la muerte, donde se
conjugan muchos hechos que hacen que sea un milagro vivir aquí.
Mi conclusión y mi esperanza,
por la similitud de los hechos entre la guerra de Yom Kipur y esta guerra tan difícil que estamos viviendo,
es que ojalá los gobernantes actuales tomaran el ejemplo de Golda y su humildad para reconocer los errores
que han cometido y poder empezar la reconstrucción de medinat Israel. (El estado de Israel).
Como
decía Golda, esa mujer soñadora: “La paz llegará cuando los árabes quieran
más a sus hijos de lo que nos odian a nosotros”.
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